Delegar se las trae. Un caso difícil y qué estamos haciendo.
Delegar es una basura cuando sale mal y te cuento un caso en el que estamos inmersos en el que intentaremos encauzar la situación. Deséame suerte.
Hola! 👋
Aquí Miguel de nuevo, con un tema que me duele y apasiona a partes iguales.
Delegar.
Lo mismo eres de esas personas iluminadas a las que le sale solo. Para mí, al contrario, está siendo un aprendizaje de vida.
Por eso vengo con ganas, no solo de contarlo, sino de tratar de crear conversación.
Que ¿a qué me refiero?
Pues a que no quiero llegar, soltar la chapa y quedarme tan ancho. Aunque es verdad que, como esto tiene algo de terapéutico, ¡ancho me quedaré seguro!
Pero no quería dejar de decirte que apreciaré mucho cualquier comentario, no solo de feedback sobre lo que escribo, sino con tu experiencia u opinión al respecto.
Con suerte, aprendemos todos.
Por cierto, como a los que leísteis la anterior carta os moló mucho el detalle del audio final, en esta voy a probar a dejarte un audio aquí por si quieres ahorrarte leer.
Aquí tienes el audio-mail:
(Espero que se escuche bien, porque se me ha hecho un poco tarde, lo he grabado en un rincón y pegado al micro para no despertar a Ali y no me he atrevido ni a escucharlo🤣)
De bien nacido es ser agradecido
Estoy loco por compartir cositas porque tú eres una de las más de 90 personas que os habéis suscrito a esta newsletter y la mayoría sois buenos amigos.
Así que, muchas gracias por compartir conmigo este ratito, me siento en mucha confianza escribiendo para ti.
Vamos a hacer que merezca la pena.
Por qué digo que es una basura delegar
A ver. Delegar es la panacea. Pero cuando todo sale bien, claro.
Un ejemplo cutre.
Imagina que tienes un coche nuevo. Ese modelo que siempre quisiste (sí, me he puesto un poco materialista, serán los stories con Lambos, que me acaban contagiando).
A la semana de comprarlo, nuevito él, sales del garaje y la típica columna que en vez de quedarse quieta, se mueve de ladillo para pegarte un buen rozón.
Apretar los dientes los aprietas.
Incluso lo mismo te regalas mentalmente alguna expresión dura del tipo “eres gilipollas” o algo del calibre. Obviando si esa es o no la mejor manera de llevar la adversidad, ni te ofendes ni nada (aunque espero que tengas el seguro a todo riesgo).
Pero ¿y si le hubieras dejado el coche a un colega y es él el que te roza el coche?
A veces, llevamos mejor cagarla nosotros que ver cómo la caga el resto.
Pues ahora dime cómo lo aplicamos al ejemplo de emprender.
Si las cosas salen bien, lo dicho, es genial.
Sientes que tienes a tu alrededor a la mejor gente del mundo. Y si las cosas salen mal ¿es que no valen? ¿será que no deberías haberte retirado del volante?
Porque, desde el asiento del copiloto siempre es más fácil decir “te lo dije” o pensar que tú no hubieras rozado el coche. ¿Cómo te va a pasar a ti, que has construido tu empresa?
Como si lo hubieras hecho sol@… Así de flipados somos a veces por dentro. Al menos yo.
Delega hasta que duela
Y de ahí la expresión esa que te dicen, que se escucha, madera de tweet “delegar hasta que duela”.
La gente debe aprender y se aprende cagándola, igual que lo hemos hecho tod@s.
Pues eso, que resulta que hay que apechugar y aceptar que en el camino, sean como sean de puras y fuertes las buenas intenciones, la torta está servida y debes saber que algíun cliente podría caer.
Y lo peor, salvo excepciones, no será culpa de nadie.
Bueno sí. De la columna, que se movió justo cuando pasaba el coche.
Espero que no os esté resultando pesado él ejemplito, pero es que me está dando bastante juego y espero que así se entienda.
Ah. Y lo que sí que es, es tu responsabilidad. Porque, como gestor/gestora del proyecto, es lo que hay.
Ahora, que cualquiera que sea exigente consigo mism@, que me diga cómo llevar esto a nivel emocional. Lexatín 🤷♀️.
Confiar en la gente
El otro día, en la primera carta que te escribí, comenté algo así como:
Si quieres generar un entorno de confianza, debes confiar. Si quieres que ese entorno sea seguro, debes crear seguridad y, si quieres crear seguridad, debes abrirte.
Así que, aquí estás ante un abismo cuyas pautas son:
Deja que otr@s se den la torta.
Lo que has construido se podría romper.
No podrás culpar a nadie (salvo algún caso específico que no debería ser lo normal).
Te pasarán sapos y culebras por la cabeza y, en lugar de poder lanzarlas al aire, habrás de recordar que no eres tan guay como crees y que la cagada podría haber ocurrido exactamente igual aunque fueras tú quien conducía.
Pero, para que la gente pueda hacer su trabajo, debes confiar.
Si a ti, no te suena chungo, me lo explicas y me ahorro el psicólogo.
Vamos a un ejemplo de verdad
Hoy en Bisiesto somos 13 personas trabajando. Se dice pronto.
Si no hubiera delegado nada, ni seríamos 13 ni estaríamos vivos. Pero, dicho esto, te aseguro que en este camino me queda mucho por remar.
Por si no se había notado, no es algo que me resulte naturalmente fácil. Pero, aún así, pienso que estoy decenas de niveles por encima del Miguel que, hace casi 5 años empezó casi funcionando como un “hombre orquesta”.
Y, en general, va todo siempre bastante bien.
Me he rodeado de buena gente buena y las cosas generalmente ruedan, con los altibajos normales de un trabajo y proyectos retadores como los que abordamos.
Pero hace un par de semanas nos dimos una leche.
Y es una que ya conocíamos. Ya nos ha pasado antes, ya estaba identificado, ya lo habíamos hablado.
En mi cabeza de Neanderthal, ya estaba resuelto para las siguientes. Pero resulta que no.
Para que no sea un abstracto: el caso es que hemos entregado un proyecto fuera de fecha algo más de una semana.
No debería ser un drama, pues trabajamos en proyectos cero paquetizados y muy personalizados y este tenía varios retos que solventar.
Pero el problema no ha sido ese.
No es que no sepamos hacer el trabajo, no ha sido que fuera demasiado complejo (aunque tenía su chicha), no ha sido nada concreto.
Y eso jode más.
Que se repita y, sobre todo, que no haya una puta ficha que mover y ya.
Aprecio a mi gente. Se han (nos hemos, que tod@s arrimamos el hombro cuando algo así sucede) esforzado al máximo. Sé que lo hemos dado todo y un poco más y, aún así, no hemos llegado.
Y eso jode todavía más!!!
Y podríamos haberlo hecho bien. Estaba a nuestro alcance.
Y ahí ya me hierve la sangre como si estuviera sobre una placa de inducción.
Mira, no sé si saldrá bien o si la voy a cagar pero te voy a contar cómo lo estamos tratando de gestionar y ojalá te ayude.
Dicho esto, a modo de disclaimer, una vez pasado el calentón interno, quiero contarte que sé que estamos en el buen camino.
Fomentando la mejora continua de la documentación, trabajando en tener una comunicación más efectiva entre nosotr@s y con los diferentes stakeholders e, incluso, en la gestión de la frustración (jode igual, pero para que lo sepas).
Pero allá vamos.
¿Qué estamos haciendo?
Por si estás en modo pasota, solo lo que pondré en negrita ya tienes un buen tweet titulado “Las 5 cosas que hacer cuando la cagamos en equipo”. Los pasos que estamos dando son:
Permitir a cada persona del equipo expresarse y asegurarme de empatizar con cada caso y versión. A veces, viene bien incluso escuchar a gente que nos estaba “en el meollo” pero que tiene una visión más alejada o construida por conversaciones con otr@s miembros del equipo (este punto es valioso).
Si el tema emocional te parece tan relevante como a mi, en lugar de buscar los puntos de fricción durante el proyecto que han llevado al resultado no deseado, te interesarás por las emociones y estado anímico de cada persona y en cada equipo. Las fricciones surgirán solas, pero las emociones hay que permitir que afloren. Esta parte tiene chicha.
En lo relativo al proyecto, debes confiar en que todo lo que te dicen es cierto pero, a la vez, no creerte nada. Puede sonar raro, pero es que es muy habitual que ninguna de las personas tengan la mente fría o la visión completa. Con las visiones de tod@s y un poco de cabeza, habremos de deconstruir lo sucedido y luego construir la visión que necesitamos para avanzar mejorando lo presente.
Si el problema es puntual y detectable, buscaremos y pautaremos medidas que se comunicarán y registrarán a fuego hasta que queden interiorizadas. A veces, nuestro curro liderando consiste en ser más pesados que el plomo. Incluso si son varios problemas puntuales y concretos, se puede obrar de una forma parecida. Exigirá ser más pesado porque son más cosas, pero seguramente nadie se dará cuenta.
Si no lo es, es una putada. Lo siento. Y en estas estoy ahora mismo. Si es recurrente, si no es algo único o puntual, sino que es complejo, hay muchos puntos, entra en juego la comunicación… Toca asegurar que los puntos clave y procedimientos se cumplen. O eso creo. Así tendríamos algunos puntos clave resueltos que situarán una base para entender, en siguientes procesos, si es que algo del procedimiento no encaja y hay que cambiarlo o dónde está ese botón que, apretándolo, solucionará el problema.
Lidiando con algo que no es tan evidente cómo solucionar
Así que, lo que estoy tratando de hacer para abordar este problema, una vez llegado al punto final de descubrir que es una putada, es lo siguiente.
Primero, hemos tratado de hacer una sesión para curarnos.
No es coña y puede que sea la mejor decisión que he tomado. Por supuesto, ni se me hubiera ocurrido sin escuchar a mi equipazo. No soy tan listo. Mi gente sí.
Nos hemos juntado y hemos verbalizado tod@s, cómo nos sentimos cada un@ personalmente y frente al resto (por supuesto, empecé yo) con lo sucedido y hemos recalcado también lo bueno que ha aflorado entre el malestar y la adversidad.
En este sentido, no ha sido una trabajo one-shot. Cuidarnos emocionalmente es algo que hacemos. Supongo que no es parte ni encaja en todas las culturas de empresa, pero es la nuestra.
Lo siguiente, con un tiempo entre medias que en nuestro caso van a ser unos 4 días para que estemos en mejor ánimo general, pero se mantenga la fuerza del momento, tendremos otra sesión de equipo.
Esto te lo cuento sin haberlo enfrentado todavía.
De hecho, si eres de mi equipo y estás leyendo esto, SPOILER, esto es lo que vamos a hablar el lunes 👀
En lugar de salir “a la plaza” y contar mi película, de nuevo toca escuchar. En esta ocasión repasaremos el proyecto a modo de retro e iré anotando lo que salga. Incluso, algunas cosas que ya tengo claras, surgirán como algo nuevo para much@s.
Pero es así como debe ser.
Estoy seguro de que recogiendo lo que aporten mis compañer@s la comunicación será más efectiva que si suelto un speech de 40 minutos.
Para conseguir estos aportes, tengo varias preguntas preparadas.
No más de tres. El resto surgirán.
Una de las preguntas clave será poner sobre la mesa si preferimos trabajar proyectos ambiciosos y retadores no paquetizados o, al contrario, queremos aportar valor de una forma más estandarizada a un tipo de público diferente.
Para mí será clave porque si elegimos una u otra (asumiremos la respuesta que sea, pero sé lo que vamos a elegir), habremos de comprometernos con ello y eso nos ayudará a recuperar la visión y el foco.
Eso sí, llevo algunas ideas clave que repetiré cada vez que encuentre un ancla.
Te las cuento en primicia pero, que sepas, que a estas reuniones me enfrento siempre entrenado para cambiar de opinión si es necesario. Esto para mí es crucial o llevaría a la empresa a la mierda en menos de dos semanas por creerme un Dios.
Las ideas son:
Contexto socio-económico. Las cosas no pintan fáciles y bastante chungo está todo fuera como para ser nosotr@s quienes nos ponemos la zancadilla. Tenemos que ser excelentes. Cada persona debe ser responsable de poner la atención, foco y recursos para lograr objetivos conjuntos (o de pedir ayuda para lograrlo).
Una cosa es que no hagamos trabajos paquetizados y otra que no aprovechemos la experiencia para no meter la gamba con lo mismo. Honrar nuestro know-how y respetar y evolucionar procesos, nos permitirá enfrentarnos a problemas cada vez más sofisticados y minimizar riesgo e incertidumbre.
El remoto complica la comunicación. Pero eso no es una excusa, es un motivo para atendernos más en este sentido.
Y con esto, espero que enfoquemos el presente con un nuevo punto de vista y con renovado estado de ánimo y foco en lo importante.
Deséanos suerte, espero hacerlo bien. 🤞
Si has llegado hasta aquí, muchas gracias.
Te recuerdo que me flipará recibir tu feedback o aportes sobre el tema en comentarios.
Un abrazo fuerte y ¡hasta pronto!
Miguel! Mil gracias por tu apertura. Espero que hoy lunes la sesión vaya guay.
Soy perfeccionista hasta la parálisis y estos últimos días también tuve una pequeña reflexión sobre los errores, su necesidad (como elemento que construye) y la necesaria sabiduría -humildad- para reconocerlos y gestionarlos. Te comparto lo que reflexioné aunque suelo partir de que estoy equivocado ya que soy un inexperto vital, así que no sé de cuánto servirá.
Lo que pensaba es que un error puede ser un ladrillazo o un ladrillo.
Es lo primero si cuando lo recibes te golpea y lo apartas sin mayor reflexión. Mas es lo segundo si lo recibes, reflexionas sobre él y lo que aprendes, sirve para construir hacia donde quieres ir; la recepción es tanto emocional como racional, cómo te hace sentir el error y cómo reflexionas sobre él. En ese "hacer sentir" es una jodiend* si la respuesta instantánea es frustración y no consigues salir de ella, porque anquilosa y solo resta energía (yo suelo decirme "soy imbécil" instantáneamente).
Entonces pensé en lo que me gusta de los errores: me hacen sentir pequeñito y con potencial de aprendizaje (esto suena cliché, puede ser). Y en el escenario en que me quiero encontrar: en el de resolución en base al diálogo con todo a lo que (y a quien) afecta. Y vaya, con el paso del tiempo entiendo que la recepción de los errores se va haciendo más liviana conforme estos son de mayor calibre. Pienso en mi yo de mitad de carrera y menuda tontería (sin quitarle hierro) me parecen a día de hoy los dilemas que tenía.
En una estructura humana es mucho más complicado, pero suena muy bien cómo habéis enfocado el proceso, hasta el punto de que nos lo has contado a desconocidos abiertamente.
Espero haberme explicado y ojalá sirva de algo :)